Y finalmente llegó el otoño y no tuve otra opción que partir. ¿Hacia donde?, esa es una pregunta sin respuesta, por lo menos hasta ahora no la tiene, (hace siglos que no la tiene). El viaje puede ser largo o muy corto y nunca igual. Empieza muy temprano o muy tarde. Día o noche. Extrañaré no volver a verlas. Porque sé que no lo haré.
El viento empuja mi andar y me da alas para alcanzar los lugares más difíciles de alcanzar. Por el camino voy dejando pedazos de alma que se desprenden tan fácilmente que me da miedo pensar. Puedo desaparecer en cualquier instante y volverme nada. Sin embargo, el viaje es maravilloso. Empiezo a conocer lugares jamás imaginados. Siempre estábamos en el mismo lugar y mucho no se podía apreciar. ¡Estoy tan asombrada! Los lugares son maravillosos, aguas cristalinas y cielos azules. Veo seres andar de un lado hacia otro, los reconozco. Muchos de ellos se reposaban horas enteras bajo nuestro manto.
Una parte de mi ya se ha desprendido, por suerte no fue doloroso, no le he sentido, solo lo vi caer, lenta y tristemente. Sigo mi viaje. En un momento uno de los seres me levanta, me mira, no lo comprendo. Me lleva junto a otro ser y me deposita en él, me toma y me lleva consigo. El ser ha arrancado otro pedazo de mí, creo que se acerca el fin.
Por suerte vuelve a dejarme andar. Estaba asustada. Empiezo a elevarme en el aire otra vez, cada vez más frió. Veo centenares de ellas pero no las reconozco, extraño a mis compañeras. No conocía la soledad, compartíamos todo juntas, éramos inseparables. En un soplo mi cuerpo cae sobre el agua, por primera vez veo mi reflejo, en él distingo como ha pasado el tiempo sobre mí, es una inexplicable sensación. Floto, la marea me lleva, las olas me sacuden y me suspende de un lado hacia otro. Una muy grande logra arrastrarme hacia la orilla. El sol. Mi sol. Nuestro sol. Siempre estaba allí acompañándome y brindándome su calido abrigo. Me ha secado y me he vuelto nuevamente liviana. El aire hizo lo suyo. Llegué impulsada hacía un gran bosque. De mí ya casi no quedaba nada, era un palito, pero todavía sostenía un resto de mi alma.
Volé, volé quien sabe cuanto, tal vez fueron minutos, horas, días, meses, años, no lo puedo saber, lo que si sé que lo que me quedaba de existencia en este planeta duró lo suficiente para poder apreciar todo lo maravilloso de este mundo, pero hubo algo que no me pareció maravilloso, me llamó sorprendentemente la atención. Ví muchos de nuestros hogares caer sobre los suelos, uno tras otros, los seres los impulsaban con unas maquinas que yo no podía reconocer. Nunca entendí que hacían, pero algo me decía que no era muy bueno.
El ultimo pedazo de mi se acaba de desprender, no sentí dolor, sentí paz.Me volví nada, pero ya no tengo miedo.
El viento empuja mi andar y me da alas para alcanzar los lugares más difíciles de alcanzar. Por el camino voy dejando pedazos de alma que se desprenden tan fácilmente que me da miedo pensar. Puedo desaparecer en cualquier instante y volverme nada. Sin embargo, el viaje es maravilloso. Empiezo a conocer lugares jamás imaginados. Siempre estábamos en el mismo lugar y mucho no se podía apreciar. ¡Estoy tan asombrada! Los lugares son maravillosos, aguas cristalinas y cielos azules. Veo seres andar de un lado hacia otro, los reconozco. Muchos de ellos se reposaban horas enteras bajo nuestro manto.
Una parte de mi ya se ha desprendido, por suerte no fue doloroso, no le he sentido, solo lo vi caer, lenta y tristemente. Sigo mi viaje. En un momento uno de los seres me levanta, me mira, no lo comprendo. Me lleva junto a otro ser y me deposita en él, me toma y me lleva consigo. El ser ha arrancado otro pedazo de mí, creo que se acerca el fin.
Por suerte vuelve a dejarme andar. Estaba asustada. Empiezo a elevarme en el aire otra vez, cada vez más frió. Veo centenares de ellas pero no las reconozco, extraño a mis compañeras. No conocía la soledad, compartíamos todo juntas, éramos inseparables. En un soplo mi cuerpo cae sobre el agua, por primera vez veo mi reflejo, en él distingo como ha pasado el tiempo sobre mí, es una inexplicable sensación. Floto, la marea me lleva, las olas me sacuden y me suspende de un lado hacia otro. Una muy grande logra arrastrarme hacia la orilla. El sol. Mi sol. Nuestro sol. Siempre estaba allí acompañándome y brindándome su calido abrigo. Me ha secado y me he vuelto nuevamente liviana. El aire hizo lo suyo. Llegué impulsada hacía un gran bosque. De mí ya casi no quedaba nada, era un palito, pero todavía sostenía un resto de mi alma.
Volé, volé quien sabe cuanto, tal vez fueron minutos, horas, días, meses, años, no lo puedo saber, lo que si sé que lo que me quedaba de existencia en este planeta duró lo suficiente para poder apreciar todo lo maravilloso de este mundo, pero hubo algo que no me pareció maravilloso, me llamó sorprendentemente la atención. Ví muchos de nuestros hogares caer sobre los suelos, uno tras otros, los seres los impulsaban con unas maquinas que yo no podía reconocer. Nunca entendí que hacían, pero algo me decía que no era muy bueno.
El ultimo pedazo de mi se acaba de desprender, no sentí dolor, sentí paz.Me volví nada, pero ya no tengo miedo.
Ilustracion : Tonga / Texto : May